La nueva etapa estaría marcada por los blank sailings, pero sería sólo un preludio de un tercer momento aún más complejo.
El puerto Shanghái continúa bajo una serie cambiante de regulaciones de bloqueo que han afectado significativamente la fabricación y la logística terrestre local. Durante el primer mes de cuarentena, los portacontenedores continuaron con las operaciones de los buques casi con normalidad. Para Lars Jensen, CEO de Vespucci Marítime, esto resultó sensato en su minuto, ya que utilizar alternativas terminaría por congestionar los puertos aledaños. Además, el reposicionamiento de vacíos en Shanghái es clave para preparar de mejor manera la próxima temporada alta.
Al momento anterior, el analista lo clasifica como una primera fase, que, por supuesto, no estuvo exenta de consecuencias, entre ellas: la presión a la baja sobre las tarifas spot, ya que los buques zarpaban desde Shanghái con menos capacidad utilizada de la prevista, lo que llevó a las líneas navieras a completar carga en otros puertos. También aumentó la congestión, ya que los contenedores ingresados no podían ser entregarlos a los importadores. Algunas líneas en el apuro tuvieron que desviar la carga refrigerada a otros puertos. "La congestión sigue siendo un gran problema”, reconoció Soren Skou, CEO de Maersk, pese a la continuidad operativa del puerto.